No pregunté. No quise certeza en mis dudas, no quise esa fría sombra de realidad que ahora me persigue y me atormenta.
Dije tanto y a la vez tan poco, pero más de lo que debí, quizá. Quizá.
No quería convencerte de lo imposible, de lo profundo, de lo que permanece. Solo buscaba albergue, lo que durara, lo que entregaras.
Y di tan poco y siento tanto.
Tal vez difieras. Tal vez te embriagué de palabras que no querías y abrazos que no necesitabas, pero aun así es necesario que sepas que fue poco, que pude haberme entregado tan fácilmente, tan entera y confiadamente que hubieses develado lados de mí que incluso yo desconocía.
Y es que en mi sentida esencia, de drama, de risa, de llanto, de emociones mezcladas, avasalladoras y tranquilas, todo pareciera extenderse bajo una lupa pero no, no se siente así. Se siente natural, se siente como si no hubiese otra forma. De certezas o de nada, de cero o cien. Y contigo fue un cien, frenado, pero solo cuando ya no era posible avanzar.
Imagino las sonrisas que has de esbozar. O las miradas incrédulas al cielo.
No fue nada, seis semanas de nada. Conversaciones de nada. Risas de nada. Lágrimas de nada. Intimidad de nada. Un compartir todo y nada a la vez.
Parece mucho para ser nada. Siento mucho para ser nada. Extraño mucho para ser nada. Y es que ¿cuánto tiempo se perderá en las casualidades? Y tanta energía para dos, para que se encontrasen sin saber de gustos ni necesidades, pero encajasen. Tocarse, besarse, entenderse, decir todo sin mirarse, reír y llorar, llorar y extrañarse. Pero nada, todo es nada.
La vida carece de propósito, los latidos se aceleran por casualidad y este constante extrañar no es más que un impulso que se irá como llegó porque nada. Porque todo pero nada. Es así, ¿no?
No me conformo porque no lo creo. Porque no lo siento, porque no me calza. Porque no hay tiempo más preciso que ese en el que las cosas pasan. Y antes siempre se podía extraer algo, ese click que parecía ordenar todo. Ahora ese '¿por qué?' queda inconcluso. No hay lección, no hay aprendizaje, no hay un 'nunca más' porque ojalá que sí, que más, que siempre.