(Las palabras tienen demasiada carga)
Empuño la mano, rozo el codo, afilo mis dientes, muerdo conjeturas, y ahí es donde todo parece concordar en sutilísimos enlaces de ideas desbaratadas e incomprensibles, sosegadas por el hecho de saberme en soliloquios, que supuestos conceptuales intentarían descifrar, con certeza científica, mas sin la emotividad necesaria para distinguir en qué punto dejé que mis palabras carcomieran mis deseos y, hallábame en piloto automático traspasando caracteres que sólo entendería un par de clicks después.
Para escribir con gracia hay que ser prisioneros.
{+ o no tengo gracia o soy presa del miedo}.